El día en el que tenemos que hacer la revisión anual de las líneas de vida instaladas en la Catedral de Sevilla, no es un día de trabajo, vamos a realizar una de las visitas más apasionantes que se pueden llevar a cabo en este templo, que es la Catedral gótica más grande del mundo y que posee un tesoro artístico sin parangón en ningún otro templo de la cristiandad.
Este año comenzamos con la revisión de la línea de vida instalada en la cornisa perimetral de la Sacristía Mayor, esta sala es una ampliación que se realiza a la catedral gótica en el siglo XVI en estilo renacentista. A través de una puerta dispuesta en el lateral derecho de la sala, se sube por una amplia escalera cuyo pasamanos se encuentra tallado en el paramento de piedra.
Accedemos a la cornisa a través de un pequeño pasillo abovedado en el que se disponen las terminaciones de la línea de vida, de esta forma te aseguras en una zona no expuesta. El recorrido se realiza de forma ininterrumpida a través de un carro de paso automático y permite acceder a todo el sistema de iluminación que alberga. Contemplaremos de cerca las figuras femeninas que flanquean las ventanas elípticas (aportación a la arquitectura renacentista de Diego de Riaño, arquitecto diseñador de este espacio) y los arcos ricamente decorados con múltiples esculturas. Desde esta altura tenemos una vista envidiable de la cúpula que cubre la sala y en la que se representa el Juicio Final, en las pechinas se recrean a los apóstoles. A nuestros pies se muestra en el centro la custodia de plata de Juan de Arfe y sus paramentos decorados con cuadros de Murillo.
Me viene a la memoria el día en que hicimos esta instalación, habíamos cambiado de proveedor-fabricante y tras la formación recibida de este para llevar a cabo el montaje de sus sistemas, decidimos mi compañero y yo realizar este trabajo en lugar de encargárselo a los montadores que habitualmente lo ejecutan. Ya habíamos estado en el lugar haciendo un estudio previo para elaborar el pedido y ahora tocaba llevar a cabo dicha instalación. La hora de comienzo sería las seis de la tarde, momento en el que el turismo abandona la catedral y es posible trabajar en las alturas sin riesgos para la visita. Nos valemos para asegurarnos de los potentes anclajes de una antigua línea de cable desgastada por el tiempo y comenzamos a colocar los nuevos soportes mediante anclajes químicos situados en las llagas de la piedra, realizando una compleja instalación que se adapta al contorno sinuoso que presenta la planta.
De fondo escuchábamos el sonido potente y profundo del órgano, el Padre Enrique Ayarra estaba ensayando. Aquel canónigo que daba las misas de las ocho de la mañana en la Capilla de La Virgen de la Antigua, que siempre estaba llena y al que siempre había que esperar que terminara para comenzar alguno de los múltiples montajes de andamios que realizábamos en el interior del templo, aquel niño prodigio que obtuvo el título de profesor de piano a los 11 años y que llegó a Sevilla de su tierra oscense de la mano del cardenal Bueno Monreal en 1957 y que se hizo sevillano de adopción para acompañarnos 60 años interpretando este instrumento, aquel que le dio vida y forma al mayor órgano de catedral alguna, que por no ser uno son dos en los que la música suena barroca y romántica, aquel que durante la segunda visita que Juan Pablo II realizó a esta la ciudad, y una tarde, tras una indisposición del papa, acompañó a su camarlengo para mostrarle nuestra catedral y tras servirle de cicerone, este le comentaría que en ningún sitio antes, había visto tanta riqueza artística junta, aquel que aquella noche de otoño y durante un descanso para beber agua nos acercamos a pedirle que nos interpretara alguna obra y nos deleitó con la Tocata y Fuga en Re Menor de Johann Sebastian Bach, aquel que murió hace un par de años y se llevó con el los sonidos de esta seo. Descanse en paz Padre Ayarra, de alguien que echa de menos su presencia cuando visita la catedral a primera hora y espera volver a ver su figura imponente y renqueante entrando por la puerta de San Miguel.
Continuamos con las revisiones y desde esta altura y a través de las bóvedas de las capillas laterales pasaremos a la línea de vida situada en la cornisa baja de la Capilla Real, este espacio será una nueva ampliación de mediados del siglo XVI que se sitúa en la cabecera del templo. De estilo renacentista su construcción se la debemos a Martín de Gainza quien elaborará sus trazas y construirá sus muros perimetrales y la venera del presbiterio. El acceso a la instalación se realiza por un portón acristalado que forma parte de la vidriera que se sitúa en el lateral derecho de la capilla, será necesaria la ayuda de una escalera que nos sitúe a la altura de dicho acceso.
Cuando se realiza el montaje se contemplan puntos de anclajes y un peldaño que nos de acceso a esta estrecha cornisa que se dispone un metro por debajo de la entrada. Una línea de vida de paso automático recorre todo el perímetro de la capilla, el recorrido se estrecha a la altura de las cornisas de las pilastras que enmarcan el presbiterio, es impresionante recorrer el tramo de la venera que se encuentra ricamente decorada con esculturas de ángeles.
Subiremos a través de escaleras de husillo a la altura de las naves laterales, desde aquí entraremos nuevamente al templo por los triforios superiores que nos llevarán a un pequeño portón con cancela que da paso a la cornisa superior de la Capilla Real. Un amplio pasillo circular recorre su perímetro, estamos a la altura del arranque de la cúpula, obra del insigne arquitecto Hernán Ruiz II que cubrirá toda la superficie de esta semiesfera con casetones decorados con cabezas de reyes. Imponentes vistas desde las alturas del sepulcro de Fernando III y de la Virgen de los Reyes. Una línea de vida de paso automático nos permite recorrer de forma ininterrumpida todo su contorno.
A través del triforio accedemos a las cubiertas del lateral norte de la catedral, la imagen de La Giralda se dibuja delante nuestra, es siempre emocionante admirar el antiguo alminar y más desde esta altura. Nos dirigimos a la Puerta de la Concepción también conocida como ¨la colorᨠo la del Patio de los Naranjos. Es la benjamina de la catedral pues se terminará de construir en 1927 en estilo neogótico, proyecto de Demetrio de los Ríos que ejecutará Adolfo Fernández Casanova.
Por sus escaleras laterales se accede a una entreplanta que se sitúa sobre dicha puerta de entrada, desplazado unos metros permanece instalado el Altar de Plata, un monumento efímero que conforma un espectacular escenario donde se realizan celebraciones litúrgicas. Este altar alcanza la altura de la entreplanta y sobre el paramento del fondo se dispone una línea de vida de rail que sirve al personal de mantenimiento para asegurarse durante los trabajos de limpieza que periódicamente se llevan a cabo. Desde esta altura tenemos una vista privilegiada de la vidriera de ¨La Resurrección de Cristo¨ que Carlos de Brujas realizará en 1558, la única obra que se conserva de este magistral vidriero que sería acusado de herejía y condenado a la hoguera al año siguiente.
Continuaremos con la revisión de las líneas de vida que se disponen sobre las vigas que soportan el dosel del Retablo Mayor, subiremos por una escalera que parte de la sacristía del retablo y que nos da paso a un pasillo metálico de tramel que se colocó para garantizar el acceso de esta zona tras la restauración integral para la que montamos los andamios y que se ha llevado a cabo en los últimos años. Para su mantenimiento se disponen dos líneas de vida transversales de paso automático equipadas con retráctiles. Desde esta zona trasera se dibuja la silueta del Cristo del Millón que corona el conjunto.
Y terminamos nuestro trabajo con la revisión de la línea de vida de la Biblioteca Colombina, ubicada en el extremo occidental del patio de los naranjos, en el espacio heredado de la mezquita almohade de 1186. Esta línea de vida se dispone entre las cerchas metálicas que soportan la cubierta a dos aguas que conforma el tejado del edificio, esta estructura corresponde a una intervención relativamente reciente pues se realiza en los años 80 del siglo XX.