La visita a las cubiertas de la Catedral de Sevilla es una experiencia inolvidable. El acceso a través de escaleras de husillo interminable, que dan acceso a los diferentes niveles, nos descubre este monumento y su entorno desde diferentes alturas.
La cubierta de sobre las capillas nos muestran el Patio de los Naranjos desde una panorámica distinta, en su cara norte la vegetación que descuelga de los arbotantes conforma un jardín vertical. En este nivel y como separación de las capillas, encontramos los pináculos exteriores que parte del patio y los interiores que suben hasta la cubierta de las naves laterales, unos arbotantes dispuestos entre estos soportan el empuje de las naves laterales y transmiten la carga a los cimientos de la catedral.
Seguimos subiendo y accedemos a las cubiertas de las naves laterales, dos a cada lado de la nave central. En esta altura los pináculos y arbotantes conforman un entramado que transmiten el empuje de la nave central a la base del edificio.
Un sistema de conductos para el desagüe de las cubiertas se sitúa sobre dichos arbotantes, en sus extremos las gárgolas lanzan el agua al vacío evitando que las escorrentías causen daño a la piedra.
Con anterioridad hemos montado andamios en los pináculos y arbotantes situados sobre las capillas en el tramo situado entre el Sagrario y la Puerta de la Concepción.
Ahora actuaremos en el siguiente nivel, montando los andamios sobre las cubiertas laterales para la restauración de los arbotantes y pináculos situados en esta zona. Pero además se intervendrá en la impermeabilización de las cubiertas.
Para la subida de los elementos que conforman la estructura del andamio a instalar, el acceso a esta cubierta es complejo y escalonado. Nos solicitan una solución para facilitar la elevación de estos y de los materiales que se van a utilizar en la reparación e impermeabilización de las cubiertas de la catedral.
Comenzaremos con el montaje de una torre de andamio, en cuyo interior lleva incorporado un montacargas Geda200 que, partiendo del Patio de los Naranjos, sube pegada al muro de las capillas y al pináculo aledaño al de la intervención.
Una vez superada la altura de dicha capilla, crearemos una pasarela sobre la cubierta de esta, que nos aproxime a la fachada de la nave lateral, para ascender en toda su longitud hasta la altura del pretil de la cubierta situada sobre las naves laterales.
A esta altura, prolongaremos la pasarela y crearemos una rampa que salve la altura del pretil.
De esta forma conseguiremos llevar el material desde la base a la zona a intervenir, evitando doble movimiento de materiales.
Una vez elevado los elementos del andamio a la cubierta sobre las naves laterales comenzaremos con el montaje de este, montaremos los dos laterales que se unirán entre si para trabajar las partes bajas de los arbotantes. En la zona de pináculos la estructura se eleva hasta alcanzar su máxima altura.
Se ha realizado un minucioso estudio previo, para que el andamio permita acceder a todos los puntos a intervenir. Esta zona se incluye en el recorrido de visitas a las cubiertas. Para evitar la caída de fragmento, toda la estructura se recubre de mallas, que eviten la caída de fragmentos durante la intervención.
Plano del montaje del andamio para la restauración de los pináculos y arbotantes situados sobre las naves laterales de la Catedral de Sevilla.
Fotos del montaje del andamio para la restauración de los pináculos y arbotantes situados sobre las naves laterales de la Catedral de Sevilla.
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Pináculos y arbotantes y gárgola en la arquitectura gótica
Tras el ´Arte Románico¨ que se desarrolla en la Europa occidental entre los siglos XI al XIII, aparece el ¨Arte Gótico¨, que se inicia en Francia a mediados del siglo XII y perdurará hasta principios del XVI.
La Basílica de Saint-Denis será el punto de partida de este movimiento que comenzará su construcción en 1140.
El término Gótico lo emplearán los artistas del Renacimiento italiano en sentido peyorativo haciendo referencia al arte de los Godos o bárbaros que se desarrollará en la Europa de la baja edad media y al que menospreciaban en comparación del arte grecolatino que se impondría durante el periodo renacentista.
Pero en el arte gótico y especialmente en su arquitectura, se realizará una revolución en las estructuras de los edificios y concretamente en la construcción de sus catedrales que anteriormente nunca se había visto. El uso del arco ojival, que se empezaría a utilizar en el arte musulmán desde el siglo IX (arco túmido) y el desarrollo de nuevas técnicas constructivas que permitan la sustitución de los pesados muros con mínimas aperturas, que soportaban las sólidas bóvedas de cañón en el Románico, por ligeras construcciones con esbeltos pilares que proyectan sus cubiertas hacia el cielo soportadas por arcos apuntados y bóvedas de crucería.
Los antaño muros de piedra pasan a ser bellas vidrieras y rosetones, donde se busca a Dios con la elevación de sus construcciones y con la luz que inunda los templos, pues para los arquitectos del gótico, ¨Dios es la luz¨, y ellos la utilizan con toda su gama de colores y matices.
¿Pero qué sostiene la esbeltez de estas construcciones y el empuje de sus cubiertas?
Las bóvedas góticas no trabajan a compresión como las románicas, sino a tracción, evitando las presiones laterales, transmiten los esfuerzos de las cubiertas en puntos concretos provocando un equilibrio que convierten las fuerzas oblicuas en verticales, para ello los arcos ojivales y las bóvedas de crucería transmiten los empujes laterales al exterior mediante los arbotantes, que son arcos rampantes que conectan con los contrafuertes que transmiten dicho empuje a la cimentación. Sobre estos se disponen los pináculos que cumplen una doble función, dar mayor altura al edificio y estilizar su imagen pues su forma piramidal o cónica suele ser decorada con motivos vegetales y aportar peso al contrafuerte para centrar las fuerzas verticales y contrarrestar los empujes laterales, permitiendo la elevación de las construcciones y la práctica desaparición de los paramentos que serán ocupados por grandes vidrieras y rosetones que dejarán paso a la luz.
Las gárgolas se utilizan para la evacuación del agua de lluvia de los tejados al exterior, usándose en ocasiones el extradós de los arbotantes como canal de conducción de las cubiertas superiores, suelen presentar formas grotescas y tenían la función simbólica era proteger el templo de los pecadores.