Restauración de la balconera de un edificio singular de Aníbal González

En el barrio de Santa Cruz, la Plaza de los refinadores se asoma a los Jardines de Murillo, recibe su nombre por los refinadores de cuero que hace siglos habitaban esta zona.

De planta rectangular, sus márgenes están definidos por construcciones tradicionales de la ciudad de Sevilla, un arbolado de gran porte da sombra a este espacio que sin duda es presidido por el monumento al galán de la literatura española, una figura erguida con atuendo del siglo XVII representa a Don Juan Tenorio, que se dispone en su centro desde 1975 y que es obra del escultor Nicomedes Díaz Piquero.

Pero para nuestra intervención nos centraremos en la esquina de la plaza con la calle Cano y Cueto, concretamente en la Casa Prieto, construida por el insigne arquitecto Aníbal González Álvarez-Ossorio entre los años 1915 y 1919. Este edificio muestra una balconera que abarca la esquina y que sobresale al exterior soportada por potentes ménsulas, todo ello realizado con hierro forjado. Sobre esta se dispone un balcón achaflanado soportado por dos columnas. Será la balconera el elemento a intervenir en esta ocasión.

Diseñamos un andamio que adaptado a la acera nos permita alcanzar todos los puntos en los que se ha de actuar. El lateral de Cano y Cueto es un tramo peatonal que nos permite partir con la separación de la vertical del cierre, por debajo, consolas de acercamiento nos aproximan al arranque de las ménsulas que lo soportan. La estructura alcanza la cubierta de teja que lo protege, en la fachada de la Plaza de Refinadores, su estrecha acera nos obliga a partir con el andamio pegado al paramento para desplazarnos al exterior mediante consolas. Adaptaciones en la estructura con piezas especiales nos permiten cubrir los laterales.

Plano del montaje del andamio para la restauración de la balconera de un edificio singular de Aníbal González

Fotos del montaje del andamio para la restauración de la balconera de un edificio singular de Aníbal González

Casa para Luís Prieto (Aníbal González, 1915-1919)

En la esquina de la plaza de los Refinadores con la calle Cano y Cueto, nº1 de Sevilla, entre los años 1915 y 1919, Aníbal González Álvarez-Ossorio construye un edificio que se concibe como vivienda unifamiliar para Luís Prieto. Es una obra poco conocida, pero es de las más interesantes de la corriente regionalista sevillana, corresponde a la tercera etapa regionalista de Aníbal González que se desarrolla entre 1917 y 1923. En ella que busca volver a los orígenes de la casa patio renacentista.

Es de estilo neo-renacentista con tres plantas. La primera presenta un zócalo de ladrillo visto y su paramento avitolado se reviste de mortero de cal pintado en blanco, los vanos de ventana se enmarcan con arcos de medio punto en ladrillo moldeado presentando una bella cerrajería, en especial las que se sitúan en la plaza.

En la calle Cano y Cueto se encuentra la entrada al edificio, una portada de doble planta realizada en ladrillo aplantillado que flanqueada por pilastras se coronan con capiteles en ladrillo tallado. Un friso demarca la primera planta, sobre este se disponen en los laterales relieves de ladrillo tallado, en el centro, una ventana se enmarca en ladrillo aplantillado presentando una labrada reja de forja, el conjunto se culmina con un frontón que se remata por pináculos de ladrillo tallado.

En la primera planta los balcones se protegen con barandillas de forja y sus huecos se enmarcan en ladrillo aplantillado. La esquina presenta una balconera cubierta de tejas y soportada por potentes ménsulas de fundición, sus bajos se decoran con azulejos que soportan el suelo de esta.

En la planta segunda balcones corridos se definen entre pilastras y arcos de medio punto, los huecos de puertas se alternan entre otros cegados, sobre estos balcones se dispone una pequeña cornisa de teja que protege del agua. La esquina se presenta achaflanada a modo de portada con elementos clasicistas, se realizada en ladrillo aplantillado, creando una compleja composición de relieves, dos columnas de mármol soportan un arco de medio punto y un frontón rematado con pináculos cerámicos que sobrepasa la altura del alero de la cubierta.

La teja vidriada cubre las cubiertas del edificio, la balconera y las cornisas que se sitúan sobre los balcones de la segunda planta.

En su interior, la vivienda se articula alrededor de un patio de columnas y arcos de medio punto, con capiteles clásicos.

Esta casa es un exponente de la filosofía de Aníbal González sobre el tejido urbano:

“Déjese en libertad al propietario y al arquitecto de que los proyectos de las casas sean a su completo capricho y no se prescriban limitaciones artísticas, muy penosas de cumplir y muy difíciles de fijar”.
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