Por tercera vez intervendremos en esta torre de la cual, el poeta y premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez dijera en su obra Platero y yo, ¨La torre de Moguer de cerca, parece una giralda vista de lejos¨. En esta ocasión, el último temporal ha doblado la veleta que la culmina, amenazando su caída. Montamos urgentemente un andamio, para que procedan a la reparación del vástago que la soporta y devuelvan la verticalidad a la escultura, que permita su giro.
Esta intervención es puntual, pues la restauración del chapitel con todos sus elementos cerámicos se llevó a cabo en 2018. En aquella ocasión se crea un espectacular andamio que, partiendo del pasillo perimetral del último cuerpo, envuelve el chapitel hasta la base de la veleta. Un montacargas adosado a un cuerpo que partía de la base de la torre facilitaba la subida de materiales y bajada de escombros de los trabajos que se llevarían a cabo.
Para este trabajo hemos diseñado una estructura simple, con pocos elementos, pero con una máxima dificultad en su ejecución.
Centramos un cuerpo de andamio de marcos de 3.00 x 0.65m en planta que parte de la base de la torre. Este cuerpo se eleva por encima del pretil en la cota +29.50. En esta zona cambiamos de sistema y utilizamos el andamio multidireccional, también el ancho de la torre que pasa de 3.00 a 2.00m. Nos introducimos al interior 1.50m. y apoyamos en el pasillo perimetral del que parte el chapitel. Elevamos la estructura hasta el apoyo de la veleta donde nos introducimos mediante un avance de 1.40m. y la abrazamos con un segundo avance de 2.00 x 2.00. Los pies quedarán en el aire, por lo que tenemos que buscar apoyos alternativos y sistemas de fijación que garanticen su estabilidad.
Se crea un pasillo desde la vertical exterior y para ampliar la zona de trabajo se disponen ménsulas de dos plataformas en el perímetro.
Hemos creado una plataforma de trabajo diáfana y segura evitando huecos indeseables que puedan ocasionar accidentes.
Una malla cubre el perímetro de la estructura impidiendo la caída de objetos durante la intervención que se llevará a cabo.
Utilizar el menor número de piezas posible en el montaje de un andamio, rentabiliza el proyecto, al disminuir los recursos materiales aportados y el tiempo en el montaje.
Crear andamios compensados mediante un exhaustivo estudio previo, que garantice su estabilidad, y a la vez nos permita diseñar una estructura equilibrada, da sensación de seguridad.
Plano del montaje del andamio para la reparación de la veleta de la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada (Moguer).
Fotos del montaje del andamio para la reparación de la veleta de la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada (Moguer).
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José Álvarez de Mesa, arquitecto de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Granada de Moguer (1723-1800).
Nacido en Huelva el 25 de octubre de 1723, su padre Juan Álvarez y su madre Paula de Mesa.
Hijo y nieto de maestros albañiles comienza su preparación como aprendiz a los 13 años, y tras cinco de formación realiza sus primeros trabajos en Huelva. Posteriormente se trasladará a Sevilla donde contraerá matrimonio y permanecerá hasta su muerte en 1800.
Pronto comenzará a dar muestras de su talento, llegando a conseguir el grado de maestro alarife en 1763, el 21 de octubre de 1765 será nombrado maestro mayor de casas del cabildo eclesiástico, posteriormente en 1775 pasará a ser el maestro mayor de la catedral y en 1782 del Arzobispado de Sevilla. Estos cargos le permitirán ser responsable de las obras eclesiásticas de la Archidiócesis de Sevilla que comprendía las actuales provincias de Sevilla, Huelva, una gran parte de Cádiz (la actual diócesis de Jerez de la Frontera) y varios pueblos de la provincia de Málaga.
José Álvarez será uno de los más activos maestros de la arquitectura tardo barroca sevillana que evolucionará hacia el clasicismo que se impone en la segunda mitad del siglo XVIII. Es contemporáneo a Pedro de Silva, Ambrosio y Antonio Matias de Figueroa y Fernando Rosales.
Cuando el maestro toma protagonismo ya se habían reconstruido o estaban en proceso las iglesias afectadas por el terremoto de Lisboa de 1755, se encargará de la supervisión de los trabajos que aún se estaban llevando a cabo y realizará el diseño de nuevas iglesias como las de Chucena, San Pedro en Jerez de la Fra., Nuestra Señora de la Granada de Moguer, Santa Cruz en Écija, San Bernardo en Sevilla, Linares de la Sierra, Campofrío, Algodonales y Aznalcóllar.
De todas ellas cabe destacar las diseñadas en 1776, Nuestra Sra. De la Granada en Moguer y la de Santa Cruz en Écija, debido a su monumentalidad e importancia.
Iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Moguer.
Se construirá sobre los cimientos de la primitiva iglesia mudéjar que se había visto muy dañada por el terremoto. Si bien Pedro de Silva entre los años 1758 y 1760 reforma la torre originaria del siglo XIII, en la que se pretende imitar en su cuerpo y remate a la Giralda de Sevilla.
La ampliación y construcción del nuevo templo recaen sobre José Álvarez, las obras comenzarían en marzo de 1777, bendiciéndose el nuevo edificio el 19 de agosto de 1786. Posee una planta basilical con cinco naves de la que sobresale en altura la central, separadas por pilares de planta cuadrada con pilastras adosadas y esquinas redondeadas. Crucero y cabecero plano, constando el cuerpo de iglesia de cuatro tramos. La sacristía y demás servidumbres se sitúan tras la capilla mayor, ubicándose la capilla bautismal junto a la preexistente torre, no disponiendo se tribuna a los pies de la iglesia.
La nave central dispone de bóveda de cañón de amplios lunetos, cerrando mediante bóvedas vaídas las naves colaterales y por arista las extremas. Por su parte, los brazos del crucero y el cabecero se cubren con bóvedas de cañón con lunetos, cobijando el espacio central una media naranja sobre tambor en cuyas pechinas se representa el fruto de la granada y con cuatro ventanas y ocho óculos, elementos que se manifiestan al exterior en planta hexadecagonal, trasdoseándose la cúpula mediante dieciséis gallones curvos sin tejas. El orden interior es el corintio, por tratarse de una iglesia dedicada a Nuestra Señora.
De especial importancia sus tres portadas que se proyectan en ladrillo labrado y tallado, la principal o Puerta del Sol se sitúa a los pies de la iglesia, se concibe como una portada-retablo de dos cuerpos, el primero con columnas toscanas y el segundo con columnas jónicas, más un pequeño remate en ático. Su esquema lo repite simplificado la puerta de la nave del Evangelio, que abre a la plaza de la Iglesia si bien muestra columnas jónicas en el primer cuerpo y corintias en el segundo. La del costado de la Epístola comunica con el Patio de los Naranjos, en su primer cuerpo la puerta se flanquea con pilastras labradas con figuras geométricas sobre las que se dispone un frontón abierto del que parte un segundo cuerpo más estrecho que se corona con un frontón curvo y en los laterales dos medallones de ladrillo tallado.
Las cubiertas de las naves son de teja, con la tradicional jerarquización volumétrica exterior para formar la cruz, abriéndose ventanas en los muros de la emergente nave central y también en las extremas, debido a la excepcional latitud del templo. La nave mayor se cubre con teja a dos aguas. Este templo es el de mayores dimensiones de la provincia de Huelva siendo declarado Bien de Interés Cultural en 1967.
José Álvarez Mesa y el uso de la técnica del ladrillo tallado en las portadas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Moguer
El ladrillo tallado es una técnica tradicional china que se remonta al siglo VII AC, llegará a oriente medio a través de los selyúcidas, dinastía turca que reinó en los territorios de los actuales Irán e Irak y en Asia Menor entre finales del siglo XI y mediados del Siglo XIII, ellos adoptarían esta técnica y la aplicarían a su arquitectura. La pararan que parará a los almohades, que es una dinastía bereber que se hacen dueños del norte de África e invaden España en 1147.
Su principal exponente en la península Ibérica lo encontramos en los paños de sebka que decoran las fachadas de la Giralda de Sevilla.
Durante el barroco sevillano arquitectos de la talla de Leonardo de Figueroa (1650-1730) recuperan esta técnica y la desarrollan espectacularmente, utilizándola en las cubiertas de la Iglesia del Salvador, la cúpula de la iglesia de Santa Catalina y en especial en el tambor de la cúpula de la iglesia de San Luis.
Le seguirán otros arquitectos de esta época como su hijo Antonio Matías de Figueroa, Diego Antonio Díaz o José Álvarez Mesa. Es importante destacar el auge que toma esta práctica en la comarca de Écija, ciudad rica económicamente y en la que se afincan una serie de familias nobles que rivalizan en la construcción de palacios y mansiones suntuosas. En ella aparecerán alarifes como Antonio Caballero que la utilizará tanto en edificios civiles como religiosos.
El terremoto de Lisboa de 1755 afectará gravemente a los edificios de la ciudad que en su mayoría tendrán que ser reformados o derribados y vueltos a construir, cabe destacar la torre de la iglesia de San Gil (cuya dirección de obra corre a cargo de Antonio Matías de Figueroa y su construcción la realiza Antonio Caballero), la torre de la iglesia de Santa Ana (arquitecto desconocido), La Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria (tanto el templo como su torre) y la torre de la Iglesia de San Juan (cuyo diseño lo lleva a cabo el arquitecto cordobés Ignacio de Torre y la reconstruirán los alarifes ecijanos Lucas Bazán y Antonio Corrales).
José Álvarez Mesa comenzará a trabajar en los proyectos de reconstrucción de la iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Moguer y de la iglesia de Santa Cruz de Écija en 1776, utilizando el ladrillo tallado en el diseño del templo moguereño, en especial en sus tres portadas en la que se aplica con gran destreza. No he encontrado documentación sobre los alarifes que las construyeron ni si esta técnica era utilizada habitualmente en la zona de Huelva donde no he hallado ningún otro ejemplo. Sería posible que estos vinieran de Sevilla o de la comarca de Écija donde se utiliza con gran maestría.
En el siglo XX, esta técnica la retoma Aníbal González en sus obras a partir de 1914 en las construcciones de la plaza de la Plaza de América de Sevilla y en especial en el Pabellón Mudéjar y en los bancos que rodean la fuente central, la desarrollará posteriormente en muchos de sus edificios. Podemos destacar las puertas de Aragón, Navarra y la de Castilla-León de la Plaza de España, la Capilla de los Luises y la Casa de las Conchas.