Enclavada en la comarca de los Alcores de Sevilla, Carmona es una de las ciudades con más patrimonio histórico del ámbito nacional. Poblada desde la prehistoria, se asienta sobre una elevación del terreno. Su historia se remonta 5000 años atrás, aquella Carmo de los Tartessos se considera que fue una de las ciudades más fortificadas de la antigüedad. Posteriormente se asentarán fenicios, cartagineses y ya en época romana obtuvo el estatus de municipio con el derecho de acuñar monedas.
En 1501, en el arrabal de la ciudad, se comienza a construir el convento de Santo Domingo de la congregación de las Dominicas, a partir de 1840 y como consecuencia de la desamortización parte de sus dependencias fueron utilizadas como cementerio local. En la actualidad de aquel monasterio solo se conserva la iglesia, que en manos del ayuntamiento de Carmona va a convertirse en un espacio multiuso para actos culturales, educativos, centro turístico y de celebración de congresos.
Vamos a montar en su interior andamios multidireccionales que permitan crear plataformas de trabajo adaptadas para la restauración del presbiterio y el crucero, se intervendrá en los arcos ojivales que soportan las bóvedas de crucerías labradas en piedra caliza, también se actuará en las ventanas ojivales con arquivoltas que se sitúan en la cabecera y en el ala oeste.
El trabajo se realiza en dos fases, en la primera se interviene en el presbiterio y en el lateral oeste del crucero, una vez terminada la restauración de estas zonas los andamios pararán al crucero y al lateral este, siendo las estructuras a utilizar prácticamente las mismas, pues los espacios que se intervienen son similares.
La restauración se lleva a cabo desde la cornisa situada en el arranque de los arcos hasta los plementos de las bóvedas, se pretende descubrir el dibujo original de los sillares que en la actualidad permanecen ocultos por capas de pintura.
Hemos creado unas plataformas que se adaptan al perímetro de este singular espacio. Un trabajo complejo, pues la forma abovedada impide precisar exactamente los elementos necesarios para el montaje de la estructura. Pero sí os puedo asegurar que pese a esta dificultad, el acabado ha sido perfecto permitiendo a los restauradores realizar su quehacer de una forma cómoda y segura.
En la fachada este de la nave de la iglesia, se encuentra la única puerta actualmente practicable y que tiene traza barroca. Sobre esta se dispone un frontón con un interesante esgrafiado que debería ser recuperado y restaurado por los motivos y signos que presenta.
Se accede a esta puerta a través de una verja que da paso a un patio en cuyo lateral izquierdo me llama la atención un pórtico de columnas de barro o terracota. Localizo una fotografía de su aspecto anterior en la que se aprecia un muro dispuesto justo detrás de la columnata y en cuyo tramo central se disponía una puerta y en los laterales sendas ventanas con rejas de forja. Dicho muro continuaba en altura hasta la primera planta.
En la actualidad, este muro fontal con su puerta y ventanas, así como el muro de primera planta han desaparecido, imagino que se ha querido poner en valor dicho pórtico de columnas. Me parece una medida acertada siempre que se haga con un buen criterio, pues en el paramento lateral izquierdo se ha situado tras la columna, el dispositivo contra incendio que distrae la vista con su llamativo color carmesí, también son cuestionables las aperturas de huecos de puertas y ventanas que si bien tienen un corte moderno no creo que pongan en relieve el conjunto.
Este pórtico con cuatro columnas que soportan tres arcos de medio punto está realizado en bloques cerámicos aplantillados, tanto las basas como los fustes y capiteles. En los extremos las columnas se aparecen adosadas a los muros laterales y muestran un acanalado liso, las centrales presentan fustes de diamante y helicoidal.
Siempre que intervengo en un trabajo en el que encuentro un elemento característico y poco frecuente me gusta ponerlo en valor. Es la primera vez que descubro un pórtico soportado por columnas elaboradas con bloques cerámicos aplantillados y decorados con diferentes motivos geométricos.
Desde aquí quiero reivindicar la necesidad de la urgente restauración de estas columnas, pues su estado de conservación es precario, encontrándose muchos elementos erosionados y prácticamente sin continuidad. Localizo bloques con color rojizo que denotan una falta de temperatura durante su fabricación lo que ha provocado que durante el transcurso de los siglos haya perdido su consistencia y volumen. También es preocupante la merma del mortero que se disponen entre estos y que pone en peligro la estabilidad de los fustes de las columnas. Además, quedan restos de la existencia de pintura que en su momento se utilizó para su recubrimiento y que desmerecen el conjunto.
Si bien llevo tiempo estudiando la técnica del ladrillo tallado y he realizado varios descubrimientos personales en la aplicación de la misma a lo largo de la historia, nunca había encontrado el uso de bloques de cerámica aplantillada para la construcción de un pórtico de columnas de estas características.
Ya los almohades nos enseñaron la antigua técnica china del ladrillo tallado, con su aplicación en los paños de sebka de la Giralda de Sevilla, técnica que se vuelve a utilizar en el barroco sevillano por una serie de arquitectos, de los que destaca Leonardo de Figueroa, y en el siglo XX Aníbal González la llevará a su máxima expresión en edificios como la Casa de las Conchas, la Plaza de España y en especial en la Capilla de los Luises (Capilla Sixtina del arte del ladrillo tallado). En la arquitectura mudéjar se utiliza el ladrillo aplantillado en los paramentos y arcos de sus iglesias, pero no había encontrado nunca un elemento tan característico como este pórtico de columnas. He consultado con amigos y conocidos del gremio de la restauración y me han indicado de la existencia de pórticos similares, pero no me han sabido localizar ni dar muestras de los mismos, esto me abre un nuevo campo de investigación del que espero ampliar conocimientos.
En cuanto a la edificación de este pórtico, puede ser del periodo barroco y coincidir su construcción con la puerta de acceso a la iglesia que se sitúa anexa. La patología de desgastes de los bloques cerámicos la encontré también en la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel en Jerez de los Caballeros.
La iglesia de Santa Ana es el único resto que ha llegado a la actualidad del antiguo convento de Santo Domingo, este monasterio inicia su construcción en 1501, como una ermita en el extremo norte del arrabal carmonense.
Carmona 1668
Perteneciente a la orden de las dominicas, su edificación seguía la tipología constructiva habitual de la orden. Un patio central como claustro, rodeado de galerías perimetrales y con el templo en uno de sus laterales.
De este complejo conventual sólo queda la capilla y el paraje donde estuvieron las dependencias monacales, a partir de 1840 y como consecuencia de la desamortización de Mendizábal, fueron utilizadas como cementerio local.
Es una iglesia de planta de cruz latina con una sola nave (siendo la única que ofrece esta tipología en Carmona), conserva intacta la cabecera y el crucero que es el espacio más relevante del templo. En esta zona encontramos cuatro pilares de fábrica de ladrillo de los que se elevan cuatro grandes arcos ojivales sobre los que gravitan bóvedas de crucería labradas en piedra caliza. El intradós de estos se cubre con rosca de ladrillo. Los plementos se encuentran decorados con sillares dibujados y que actualmente permanecen cubiertos por capas de pintura.
Los paramentos del crucero muestran testigos de pinturas murales que los recubrían en toda su superficie. Se va a llevar a cabo una intervención que permita recuperar estas pinturas ocultas, devolviendo a este espacio una buena parte de su imagen original.
El presbiterio tenía sencilla verja de forja y destaca la ventana ojival con arquivoltas de precisa ejecución, existiendo otra cegada en el ala oeste del crucero.
La nave central se cubría con un artesonado de fines del XVI, construido con un artesonado de par y nudillo con múltiples lazos de a ocho. Este artesonado se ocultó en época barroca mediante falsa bóveda de cañón con lunetos, desplomada recientemente.
Su cubierta. en el tramo del crucero y el presbiterio presenta azoteas con fuertes pendientes que desaguan mediante sencillas gárgolas de piedra. La nave central se protege con cubierta de teja a dos aguas. Sus muros perimetrales se construyeron con fábrica de ladrillo y tapial y se soportan con doce grandes contrafuertes.
La portada principal, a los pies de la nave, data de los primeros años del XVII, siendo una sencilla muestra del arte mudéjar. En la fachada Este de la nave se encuentra la única puerta actualmente practicable, y que tiene traza barroca.
A partir de 1840 las imágenes de Santa Ana y San Javier fueron trasladadas a la iglesia de El Salvador, así como ocho lienzos. Los demás elementos litúrgicos y el resto de los objetos de culto, tanto altares como enseres, fueron desmontados en transcurso de los últimos cuarenta años y trasladados a distintas zonas de la Provincia y al extranjero. Solo se ha mantenido y conservado la capilla lateral Este, llamada del Rosario; de planta cuadrada y cubierta con bóveda esférica rebajada.
En la actualidad este templo ultima su rehabilitación y restauración y pasará a ser un espacio multiuso para actos culturales, educativos, centro turístico y de celebración de congresos.
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