El hospital Virgen Macarena cambia de imagen, el acceso principal al edificio se remoza, sus fachadas laterales se cubren de láminas que transmiten movimiento, su marquesina pierde la rigidez de sus aristas y los volúmenes se alternan abandonando su simetría, la escalera modifica su trazado, la rampa se muestra sinuosa y el ascensor nos recibe en el acerado.
Cambios de imagen y funcionalidad de un espacio que nos invitan a acceder a un establecimiento destinado a la atención y asistencia de enfermos, por un personal médico altamente especializado. Y es que el trato amable se empieza a dispensar en el umbral de la puerta.
Para la ejecución de los trabajos nos solicitan andamios que cubran el perímetro de las fachadas, pero se hace especial hincapié en la protección de la entrada al edificio durante los trabajos de remodelación.
Vamos a diseñar una base de paso de grandes dimensiones que cubran la rampa provisional de minusválidos y la mitad de la escalera de acceso que se sitúa en la zona este, dicha protección se mantendrá durante los trabajos de reurbanización y montaje del ascensor que se dispondrán en la oeste y se llevará a cabo la remodelación de la visera con una nueva estructura y su recubrimiento.
Esta base de paso tendrá una función de protección en el acceso al hospital durante la ejecución de las obras, pero a la vez servirá como plataforma de trabajo mientras dure el montaje de dicha visera.
Será necesario dejar libre la escalera pues va a modificar su trazado, dispondremos de vigas de celosía para salvar este espacio, también será necesaria la protección de los elementos salientes del andamio que puedan causar daño o perjuicio durante la entrada o salida del centro hospitalario.
Hace unos años hicimos una intervención en esta visera para mejorar su apariencia, el aplacado de azulejos del hospital mostraba su deterioro y se decidió cambiar junto a la rotulación existente. En aquella ocasión se usarían pasarelas de aluminio que salvaban grandes distancias para tener una mínima afectación en el acceso al centro.
Junto al Hospital Virgen Macarena se encuentra el Antiguo Hospital de Sevilla o Hospital de las Cinco Llagas de Nuestro Redentor, también conocido como Hospital de la Sangre.
En el año 1500 Catalina de Ribera y Mendoza, señora del Coronil y las Aguzaderas, viuda de Pedro Enríquez de Quiñones (IV adelantado Mayor de Sevilla, conde de los Molares y marqués de Tarifa), obtiene dos bulas papales concedida por Alejandro VI en 1500 y 1502, para fundar una institución de caridad dedicada a mantener un hospital para mujeres.
Esta institución gozará de un gran patrimonio al obtener múltiples donaciones y el amparo del Vaticano con la obtención de nuevas bulas papales que lo libraba de la jurisdicción ordinaria. Mediante La bula de Clemente VII de 1524 se ampliará la atención dispensada a los hombres pobres.
Desde su fundación este hospital dependerá directamente del Vaticano y no tendrá que obedecer a ninguna otra institución laica o eclesiástica ni pagar diezmos. Sus patronos y administradores serán los priores de los monasterios de Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo.
Su primera sede se ubica en el número 10 de la Calle Santiago, en unas casas propiedad de Catalina de Ribera. Pero su reducido espacio solo tendrá una capacidad de 15 camas.
En 1535 el hijo de Catalina de Ribera, Fadrique Enríquez de Ribera, VI adelantado mayor de Andalucía y I marqués de Tarifa, amplió la dotación monetaria para construir el actual edificio, escogiendo para su emplazamiento una explanada situada a extramuros de la ciudad, frente al arco de la Macarena. Fue el primer gran edificio de carácter público que se construye fuera del recinto amurallado. En sus inmediaciones se comenzará a edificar un arrabal en el que los obreros levantarán sus viviendas.
Fadrique murió, en 1539 sin dejar herederos y todos sus bienes fueron a parar al hospital. Esta nueva sede abrirá sus puertas el 5 de marzo de 1559.
El edificio fue proyectado por Martín de Gainza, que concibe un edificio de estilo renacentista, dirigirá la ejecución de las obras entre 1546 y 1556 (año de su fallecimiento), a este le sucederá Hernán Ruiz II en el año 1558 y se inaugurará en 1559 con las obras sin terminar.
Mencionar que estos dos arquitectos fueron a la vez los responsables de la construcción de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla por lo que simultanearon su trabajo entre ambas obras.
De planta rectangular, se articula en torno a 10 patios, de los que solo se construyeron nueve, si bien solo se conservan en la actualidad ocho: de la Farmacia, de San Carlos, del Renacimiento, del Alcohol, del Cobalto, del Cardenal, de la Fuente y de las Flores. Su distribución se organiza alrededor de ellos mediante amplias galerías provistas de numerosas ventanas que facilitaban la entrada del sol y la ventilación de las dependencias.
Martín de Gainza levantó los patios de poniente, las fachadas y las torres, sin los remates. Hernán Ruiz II, después de ser nombrado Maestro Mayor de obras, terminará algunos de los trabajos que dejó sin acabar su antecesor, rematará las torres y construirá la iglesia, siendo este el elemento más característico del Hospital.
Esta se sitúa en el patio central y se dispone exenta, posee planta de cruz latina y un amplio carácter renacentista. Con esta iglesia se inaugura el tipo de las denominadas «de cajón», de tanta trascendencia en la arquitectura sevillana posterior. Es más alta que el resto del edificio. En su interior destaca su retablo mayor, construido por Diego López Bueno con pinturas de Alonso Vázquez según diseño de Asensio de Maeda
El proyecto original no llegará a concluirse nunca, realizándose con continuas intervenciones a lo largo de los años. Muestra un refinamiento exquisito e insuperable clasicismo, su racionalidad y mesura sirvió de exponente de una nueva arquitectura y representa una de las mejores muestras de la arquitectura renacentista en toda Andalucía.
Se construirá el mayor edificio en cuanto a su superficie del reino y no será superado hasta la construcción del Escorial. Será el mayor hospital existente en Europa durante 200 años, contaría con tres mil camas y estaría dotado de las mejores condiciones sanitarias del momento, incluyendo cloacas y abastecimiento de agua a través del acueducto que surtía a Sevilla desde el manantial de Santa Lucía situado en Alcalá de Guadaira.
Durante su existencia realizará una gran actividad asistencial, especialmente significativa fue su labor en la epidemia de peste que asoló la ciudad en 1649 y en la murieron 60.000 personas prácticamente la mitad de la población de la ciudad.
Y se llevó por delante a su administrador, al secretario de curas, al barbero, a los eclesiásticos que administraban los santos óleos y al cuerpo médico casi en su totalidad.
La segunda mitad del siglo XVII sería asolada por sequias, plagas, riadas que castigarían sin cesar a la ciudad y que aumentarían la mortandad. A partir de 1750 se utilizará como hospicio.
Las crisis económicas y la guerra de sucesión afectarán negativamente a las rentas del hospital, agravándose con el terremoto de Lisboa de 1755 que afectaría al edificio al igual que a otros muchos de la ciudad.
En 1779 mejoró su situación económica, pero volvió a empeorar por las inundaciones de los años 80 de ese siglo, que produjeron una elevada mortandad. En 1791 hubo de reducir personal. A comienzos del siglo XIX otra gran peste asoló la ciudad. En este siglo también se situaría un hospital militar en sus instalaciones, dentro del área de convalecencia masculina. Durante la Guerra de la Independencia, por la ocupación francesa, el hospital se quedó sin patronos entre 1810 y 1814, que fueron obligados a marcharse por las tropas invasoras. A partir de esta época cohabitará con el hospital militar que se instala en sus dependencias hasta 1927.
Sin embargo, vendrían tiempos mejores por el intervencionismo estatal, con la desamortización de Mendizábal de 1837, en el que se unificación los hospitales de las Cinco Llagas, Amor de Dios, Espíritu Santo, del Cardenal y de la Bubas en el primero de ellos, que pasó a llamarse hospital Central.
En 1972 el edificio queda en desuso por el pésimo estado de conservación en el que se encuentra, quedando abandonado durante catorce años en los que se producirá un expolio continuado.
Será cedido a la Junta de Andalucía que decide instalar en sus dependencias el Parlamente Andaluz. En 1986 se elaboran los proyectos de rehabilitación y un año más tarde se inician las obras que concluyen parcialmente en 1.992. Prolongándose su rehabilitación integral hasta 2003 con la recuperación de los patios y estancias que habían quedado pendientes.
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